La limitada capacidad de interconexión eléctrica entre España y el resto de Europa se ha convertido en un tema estratégico para la economía y la transición energética del país. Desde 2007, este cuello de botella ha generado miles de millones en rentas de congestión para Red Eléctrica Española, pero al mismo tiempo mantiene a los consumidores expuestos a precios elevados y a un sistema poco integrado. El debate sobre cómo resolver este problema sigue abierto, con retrasos en proyectos clave y un impacto directo en hogares y empresas, de acuerdo al reporte creado por papernest.
Rentas millonarias: la paradoja de un sistema limitado
Desde hace casi dos décadas, la baja interconexión eléctrica en España ha sido fuente de ingresos relevantes para el sistema eléctrico español. En concreto, Red Eléctrica Española (REE) ha acumulado 2.676 millones de euros en rentas de congestión, equivalentes al 50% de lo generado en el conjunto ibérico, según datos recogidos por papernest. Estos ingresos surgen cuando la demanda de intercambio eléctrico supera la capacidad física disponible, creando diferencias de precio entre zonas.
Lejos de ser un beneficio libre, la normativa europea obliga a reinvertir estas rentas en el propio sistema. Se destinan, por ejemplo:
- A financiar nuevas infraestructuras de interconexión
- A cubrir costes regulados del sistema eléctrico
- A la mejora de la gestión operativa de la red
De este modo, se busca reducir los cuellos de botella y garantizar un funcionamiento más eficiente del mercado.
No obstante, la persistencia del problema revela que los avances han sido insuficientes. Aunque las rentas aportan liquidez para inversiones, la magnitud de las cifras muestra una realidad preocupante: cuanto mayor es la congestión, mayores son los ingresos, lo que pone en evidencia un déficit estructural aún no resuelto en la integración energética de España con sus vecinos europeos.
Una península aislada del mercado europeo
España se mantiene como uno de los países más desconectados de Europa en términos eléctricos. A finales de 2024, la capacidad de interconexión apenas representaba el 2,8% de la potencia instalada nacional, muy lejos del 10% que la Unión Europea había fijado como meta para 2020 y del 15% proyectado para 2030. La situación refuerza la idea de una «isla energética», cuya única vía de conexión con el continente es la frontera con Francia.
Este aislamiento tiene consecuencias directas en el sistema:
- Imposibilidad de exportar excedentes renovables, lo que genera pérdidas y desincentiva nuevas inversiones.
- Falta de capacidad para importar electricidad más barata, lo que mantiene precios más altos y volátiles.
- Menor competencia en el mercado eléctrico, reduciendo la eficiencia del sistema.
El principal proyecto para revertir esta situación es la interconexión submarina por el Golfo de Vizcaya, que sumará 2.000 MW adicionales. Sin embargo, la iniciativa acumula retrasos y no entrará en funcionamiento antes de 2028. Hasta entonces, España seguirá enfrentando una brecha estructural que condiciona tanto su competitividad económica como su seguridad energética.
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El coste para los consumidores y el desafío pendiente
La escasa interconexión no es un problema técnico aislado: tiene un impacto directo en hogares y empresas. La falta de flexibilidad para importar energía de países vecinos impide estabilizar precios en momentos críticos. Esto se traduce en facturas más elevadas y en una mayor exposición a la volatilidad del mercado, especialmente cuando la generación renovable interna no cubre la demanda.
Además, los vertidos de energía solar y eólica desaprovechada representan una pérdida económica y ambiental, pues se desperdicia capacidad renovable que podría ser aprovechada en mercados interconectados. La baja integración también limita la competencia entre comercializadoras y operadores, reduciendo la presión para ofrecer tarifas más competitivas a los usuarios finales.
Expertos y organismos coinciden en que la solución pasa por:
- Acelerar infraestructuras pendientes como la del Golfo de Vizcaya
- Mejorar la cooperación internacional
- Simplificar los procesos administrativos
- Establecer una financiación equitativa para proyectos compartidos
Solo así se podrá transformar un reto estructural en una oportunidad estratégica para España: aprovechar al máximo su potencial renovable, garantizar precios más justos y consolidarse como un actor clave en el mercado energético europeo.
Fuente: papernest.es
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